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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Conciencia irracional

 Ya hace días

    se han cortado las marras

y va esta nave a la deriva

    en la mar de la incierta forma de vivir.


Las velas del viejo bergantín

de ojos sin asombro

   /leves al cielo/

atienden husmear de gaviotas

   y la opaca fugacidad de aves migratorias.


Sin rosa de los vientos/

Sin comunicación 

    ni de cielos ni de infiernos.


Sólo son ondas vacías los ecos del aire.

Y salvo estas borrosas señas de mi pluma

(en un día de un tal San Valentín

    me dicen)

        en la bitácora abandonada/

las fechas quedaron desnudas/

    desiertas/

sin los trazos de mis versos...

Solo yo entre el polvo de las estrellas

    (como un dios??)

para enfrentar esta locura

    de marchar sobre las olas.

Pero ya no importa.

No tienen sentido

    ni luz    ni la oscuridad.

Sólo importa desapegar el alma

    de tinos    destinos    y desatinos.


¿Es la deriva la filosofía perfecta del andar?...

Sin embargo veo el orden    aún

    en el cosmos infinito en que bogo/

Más grande se hace entonces

    la doliente libertad.


La esperanza suele ser

    una estela claroscuro de espumas fulminadas.


Sé que avanza/

Avanzo sobre este erial de viento imprevisible...

el viento que se vuelca inevitable.

    en los huecos vacíos y ubicuos de la atmósfera.


Puedo sentirte sin embargo

    en la indolencia de los azul/

en el verdor transparente

    /que desaparece/

hostigado de algas que pululan.


Te siento en el sonido profundo

    de las tormentas...

Las tormentas    se asean

     bajo la luz ausente de los ojos.


Seguiré aún

No sé hasta cuándo.

Arrastrado, nada más

    por la conciencia irracional de la sangre

que impele a existir

    por existir.


Autor: J. C. L. Rojas

 

viernes, 7 de mayo de 2010

Canción de sorda sombra




 (A Cesar Vallejo)
                                                               "Hay golpes en la vida tan fuertes...
                                                                golpes como del odio de Dios;
                                                                como si ante ella,
                                                                la resaca de todo lo sufrido
                                                                se empozara en el alma..."
                                                                                          Cesar Vallejo



Y marchan los heraldos.
Canción de sorda sombra sus pasos.
En lacerados pechos sus sueños fantasmales/
...y crepita tibia la sangre lenta
   lanzando en las venas
      sus ruegos de sepulcros.
Gritando en el silencio
   para lavar su amargura
      de bohemias empecinadas.
"De oro amargo es el valle
y el trago es largo... largo...".


Devuelvo la esperanza...
Devuelvo a Dios...
¡Abandona    hermano    lo imposible amado!
Deja el canto... deja el llanto.
¡Oh, telúrico altar!...
¡Que me azote en las piedras profundas
   el voráz cataclismo!
En amargo retablo te escondes
   suicidio glorioso.
Mas si ella vuelve
   ¡cantará de fiesta su oro esbelto!



Y es    Noche Buena esta noche...
Quimera de luna...
Pálidos celajes...
Bandadas locas que pasan sobre las tristezas.
Por lo amado
   sangre de astros que sueñan lleva el amor.
A veces/
   silencio siniestro y penitente.

¡Cerca de la aurora    hermano
   partirás llorando!

¿Dónde andará la amada
   mientras canta el ruiseñor?
¿Qué celaje estará mirando
   en tanto ya sobre el amor
      el frío sube hasta los hombros?

Y marchan los heraldos del corazón
   a pesar de vislumbres de adioses
      y estrellas opacas
          en esta    Noche Buena.

Autor: Juan C. L. Rojas


sábado, 4 de diciembre de 2010

Estrellas colapsadas

Lento amanecer.
Desperezo infecundo de la desazón.
La conciencia se aclara
    y en vigilia aún
        la carga retroactiva de la tristeza.

Desde mi rascacielo observo
    a estrellas colapsadas/
Y el vacío se expande
    desde el alfiler prendido en el corazón.

Sí...
    tendría que rodar un planeta
        para aplanar la áspera rugosidad
            de estos sismos abiertos.
        Este estilete rojo y frío
            llega con su color punzante
    hasta el codo irredento de la esperanza.

Afiebrado despertar me trae
    el nacimiento de este invierno.
Intima inspiración
    de oscuridades invencibles.
¡Volver y volver
    a la tierra histórica de los degüello!

Sí/
    han de rodar los planetas
        sobre las piedras de los ojos desorbitados.

No/
No hay    solo un llanto en el mundo...
Pero no hay oídos y el aire se marea
    en la tinta desesperada de los diarios.

Añoso y fuerte crece el árbol
    que abunda en frutos de soledad.
¿Quién ha de remediar esta conciencia
      salpicada de ocultas sangres?
¿Quién ha de ser
    la inspiración retroactiva de la alegría?

Hieren/
    vuelto hacia adentro/
        los cristales salinos de los ojos.

¡No!
¡Ni con el cañón en sus hombros
    se hará vil    esta guerrera mansedumbre!
¡Ni aún cuando el pánico
    desparrame sobre la piel herida
        sus aguas salobres!

¿Cuáles serán las manos continentes/
    de estas
        ya desprendidas de los brazos?

¡Así!
¡De vaciedades
    también sueñan los cielos!

Autor: Juan C. L. Rojas
   

jueves, 4 de septiembre de 2014

Quo vadis, domine?

Una vez más
    los campos de la historia necesitan fulgurar.
Desterrar la fronda opaca
    de mercadotecnias sin victorias.

Crece desnutrida
    la ovación desfalleciente de la esperanza
        en claustros entumecidos del intelecto.

Aleluya de ángeles se oyen
    en el confín de los desiertos
        cuando hallan manantiales...
Humilde sabiduría del sentir
    y ese instinto azul de los cielos.

Sólo ennegrecer/
    es la consigna de sofistas
        que construyen bibliotecas adormecidas.

Oscurecer en la ignorancia
    es el camino y el fin
        en la estética de la nada.

¿Es en vano esta voz cerrada que suplica
    entre el follaje acidulado?
¿Será muralla triturada por las bombas
    la sordera del espíritu?
¡Tapia derruída habrá de ser
    bajo la lluvia amarga de los tiempos!

"El fin, no son muchos libros,
    dijo el sabio,
lo que el hombre siembre
    eso es lo que segará".

"Quo vadis, domine?"...

Se fortalece en la impotencia
    esta fusta granate de la indignación.
Y habrán de templarse los aceros
    para aserrar
        el duro tronco del ego.
Ya no puede desandar
    esta obvia evidencia del estrago.

Todavía se discuten los destinos
    en la corriente de la historia...
¡y el destino es hoy!
    sonando bajo los pies.

"Quo vadis, domine?...
Fue la pregunta al andante,
    quien sin contestar
ajustó su abrigo
inclinó la cabeza
    y triste    muy triste
siguió su camino.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas





        

Muy buen viernes para todos, familia, amigos...Existe lo noble del ser humano que transita hacia un sentido de misión,...

Posted by Juan Carlos Luis Rojas on viernes, 5 de septiembre de 2014

miércoles, 14 de octubre de 2009

Con los pies heridos

Debo bendecir/
    esta crítica aurora nueva
        de truenos y relámpagos.

Debo bendecir los anhelos/
    porque le dan alas a estos pasos
para que dancen/
    más allá/
sobre las empuñaduras salientes
    de estos riscos.

Debo bendecir/
    esta molienda de montañas
        para asegurar llanuras y vergeles.

Sin embargo puede ser...
¡Sí!... ¡Pudiera ser!
    que despilfarre en vano
        la benevolencia abnegada
            de esta esperanza.

Intento romper el bloqueo
    a las señales que vuelan
        frente a la nariz insensible del aire.

Intento abrir
    las mentes que caen
        ante el polvo oscuro del ego.

Expongo en el borroneo de mis versos
    la mansedumbre del humus
        que despierta a la semilla.

En un rincón está/
arrojado como al descuido
    el mantel de la armonía
mientras    en los valles
ronda esquivo de los hombres
    el unicornio.

...Y yo aquí/
con este destino
    de piel y silencio.

No quiero
sólo soñar un viento hermoso
    barriendo esta molicie
        aferrada en multitudes.

Con los pies heridos caminan los sueños/
con los hombros fatigados avanza el amor/
    dejando altares
        de tímidos fantasmas.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

viernes, 4 de abril de 2014

Paradojal


Un estilete sanguinario retoma el blanco
    centrado en el corazón donde la llama resiste.
Y el salitre florece en las grietas cansadas.

Asustan los abismos de ecos que se mecen/
    aquí dentro/
        en las cavernas cristalizadas del cuerpo.
Sombras aletargadas.
¿Fortalezas invencibles acaso?
Regimiento oscuro 
    que presenta sus armas
        en este incierto batallar.

Río revuelto
    de inmemoriales y opacas turbulencias
        es mi tierra desangrada.
Y es por alzar banderas
    que suelen enemistarse los hombres.

Son golpes de espumas 
    lo que truena
         en las costas sedientas.
Es antinatural lo que coarta al alma.

Paradojal esta conjunción de brazos
    que luchan/
desde la naciente misma 
    de la semilla.
Paradojal el coloreo microcósmico
    de la fruta madurada.
Paradojal el diseño de arabescos
    sobre andamiajes y cornisas.
Paradojal mi canto/
    que pretende
        (ya en las postrimerías)
            estos vagos himnos de esperanza.

Una vez más
    son pétalos adormecidos en el temor
        los lazos rotos de las manos/
mientras el camino
    suele ser... ¡larga siembra de llagas!

No son los médicos 
    quienes curan el corazón
sino la mirada amorosa
    de los ojos que se acercan.
¡Qué duro es convencer
    a los ángeles malditos
        de la alegría!

Te repito una vez más/
¡Que no te confundan mis ojos!
    si juegan/
en la luz de sus sombras.

AUTOR: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 22 de mayo de 2011

Puerta cerrada

El mundo hace rodar 
    su círculo de luces y sombras.

Allí dentro/ 
    se retuercen escondidos lagares
donde en pantano espumoso
    rema lenta y arcana/
afanosa señora La Búsqueda.

Se ha perdido la sabiduría
    y no sabe...
Se ha caído en el fango.
La ha perdido en la fosa profunda.

Y yo soy    acaso
apenas una hoja/
en este árbol añoso y estúpido del tiempo.

Apenas una hoja amarilla 
    quemada de otoños.
Sólo ínfima nervadura graciosa
    de vapor y carbono
a punto de caer
    en el disoluto confín del espacio.

Y ahora/
cuando mi carne ya cierra
    sus túneles
de otrora ríos sedientos...
Cuando la molécula falaz de la esperanza
    ya cede el color de su última bandera...
¡que no llegue el amor entonces,
    en la ausencia incipiente!
Que no venga a festejar
    con sus lágrimas de sal...
con fumatas ociosa de llanto
    esfumada dulzura y recuerdo.

¡Que ya no venga
    con su postrer oración
a esta última puerta cerrada del bronce!

Autor: Juan C. L. Rojas 

miércoles, 29 de octubre de 2014

A los brazos del mar


Siembra de sueños derramó la vida
   sobre los surcos del tiempo
      donde las flores quisieron brillar.

La extensión de la esperanza
   se fue desdibujando
      entre pedregales y peñascos.
Fue cayendo/
perdida en el lodazal del odio
   luego del canto y el llanto/
      silbando con el viento dolorido.

Las dudas por doquier espinaron los valles.

Un delta oscuro
   de frutales derrochados
      fue entregando la corriente
         sobre cielos y tierras.

Era la maldad un torrente
   perfumado de sangre.

Los trigales muertos bajo el horror
   de asesinos incendios del alma.

...Y fuimos sombras allá
recogidas de temor/
vulnerables/
a las hachas gigantescas
   en manos invisibles…

Los continentes quedaron vacíos/
prestos a volcarse
   hacia el horno oculto del mar.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 27 de junio de 2010

Horóscopo

Efigie impertinente que amedrenta la luz.
Necios fetiches.
    sembrados en el erial de los tiempos oscuros.


Oro  simbólico de la mudez enclavada en los siglos.
Sonoro bardo de lo altivo y desfalleciente.
Sordera infinita de la soberbia humana.


Bajo lo azul se agazapó el desierto
    soslayando inmutable a la aurora.


Arenal mirada/ 
Brillo hiriente de adusto entrecejo
    cortando el canto obsesionado de los sueños.


Escolta de pirámides esbeltas/
Señal desesperada de la esperanza/
Voz cansada y sedienta/


¡Cientos de guerreros caen
    bajo las nubes rasgadas por el espanto!


Perfuma el aire las miserias consentidas.
El Hombre cree buscar la verdad
    y se rinde bajo su propio y oculto temor.
Los ojos de dioses oscuros fertilizan las semillas del odio.
De cada andar emerge cierta veracidad del horóscopo.
¡Lo que has sembrado eso es lo que segarás!


Intento reparar la lejanía de mis puertos
    mas los cielos se licuan en el asombro cotidiano.
Y oprimen las preguntas...
Se pierden desde antaño
    en las sombras propias
        de turbios anocheceres.


Autor: Juan C. L. Rojas






  

lunes, 28 de junio de 2010

Los ojos de la impotencia

Hoy una lluvia diferente
   trae sobre las ciudades su barro de fuego.
Las rutas lejanas palpitan de muerte.
Los ojos se agrandan bajo el frágil manto
   que se abre al horror.

Hoy amanece en este confín
   y hablan las luces oscuras
      en el idioma de la tragedia y del odio
         para negar la esperanza.

Hasta la extensión aborrecible del
desierto
   hoy es benévola.
No hay arena volando en las tormentas
   pero son escombros estas alas
      que cortan a sesgo
         el aire
            y los huesos de la inocencia.

No son de buenas nuevas
   estas ondas expansivas
      que sacuden
hasta el alma de las piedras.

¡Oh, Muerte!
¡Sólo un pedazo de plomo vale tu trabajo/
  aunque el misil cueste un millón!
Los balcones tiemblan
   y es esta
una victoria más   de los infiernos.

Los latidos sacuden
   desollando las paredes de la carne/
y en una habitación
   bajo la cama
donde el mundo ignora
   (o es sordo en su desidia)
      un niño
         trémulo
      acurruca su impotencia.
Se ha mutilado su espíritu/
    para siempre.

Autor: Juan C. L. Rojas

lunes, 28 de diciembre de 2020

En la selva adormecida

 Mi vida/

Un temblor de efluvios

    sobreponiéndose

        a la calcinación del sol.

Una contradicción aparente

    de matemáticas relativas.

Lluvia revenida y reviniéndose

    en humus fértil

        y flor.


Esperanza que nace desfalleciente

    y muere esperanzada

        de esa luz que acaso

no aparecerá jamás.


Sombra oculta que dará su salto

    vita/

    intempestivo.


Renglón oscuro bajo cripta de voces

    que alumbrarán mañana/

en pupila de nuevos dones/

para ver más allá...

de estas antiguas brumas del mundo.


Mi vida/

Ambulante del desierto/

Deambulando/

sobre ignotos valles fertilizados.

Allí

    donde fueron mezquinadas

las semillas del bien.


Un corazón de piedra sudorosa

    rociándose de su sangre/

        de su lucha.

Vena cimental de un río/

    que nutre su confín

        de primaveras y otoños.


Ave solitaria que canta

    en la selva adormecida...

¡Esta, de capiteles arrogantes!

que anida bajo los cielos ignorados.


Y las olas de tiempos probatorios rompen

    sobre el continental barranco de la carne.

Horadan sin sin piedad

    a la piel fosforescente del espíritu/

que esparcirá hacia el Cosmos

    su lumbres doloridas/

        oraciones de plata a las estrellas.


Siguen bramando en la ventisca

    los sueños del amor/

        que se arremangan...

y sus piernas de huesos ateridos

    han de cruzar

        mares y cielos insondables.


Humano.

Simplemente humano.

Humus quijotesco

    oteando su destino

(acaso hubiere)

en oscuros horizontes de tan cansada infinitud.


Autor: Juan C. L. Rojas

sábado, 5 de febrero de 2011

Soledades


Transito este congelado desierto que encadenan las centurias
donde a veces    /solo a veces/
    salta el chisporroteo de la luz intensa del alma
        /del líder que crucifican/
            ...que enmaderan/
    las siempre arrepentidas edades del barro.

Y portero de nubes soy...
Estas nubes que confluyen
    en el espacio de mis sombras.
Estas sombras que dibujan al hombre
    en su andar de esqueleto petrificado...
Esqueleto que cae al leve roce
    de esa hoja de otoño que sesga impávida
        la nevada sien de mi canción.

A pesar de la memoria canto/
    porque bebo el agua dulce de tus ojos/
Tus ojos que encarnan
    el fotón energizado de mis sueños/
        mi esperanza.

Es por eso que vivo.
Es por eso que anhelo tus manos
    para barrer de luz con tu amor/
        estos horizontes oscuros.

Navego este río abrazado a tu cintura/
y me haces ver/
los peñascos alados de verde
    en aquella ribera.
Litoraleña herencia me deja fluir
    manso o bravío    en este torrente. 

¡Es a luz lenta que se construye la noche!
    en esta carpa rudimentaria/    convaleciente templo/
anegado santuario de esta colectiva conciencia
    desatinada y torpe del mundo.

¿Aguerrido me ves?
    ...comprende que es por tu corazón
        que es fuerte el mío/
...y si hay gloria en mi frente
    fue de tus manos
        que ha brotado el laurel.

¡Oh , cuánto ganaría el mundo 
    si le hiciéramos perder
        sus profundas soledades!
Dame tus brazos entonces 
    para marchar
        entre esta confusa contienda/
   y en este celo y deseo
        otros tal vez
            se unirán.

Autor: Juan C. L. Rojas

viernes, 1 de enero de 2021

Espejismos

 Un poco más de andar

    vertiendo este insomnio de la desesperación

        sobre la fas pálida de la Tierra.


Extraviado en la incertidumbre...

Eso es

    el alma certera de vivir.

Morder los labios

    bajo el seño adusto de la espera

mientras los huesos palpitan

    bajo el galope cansado de la sangre.


Emana vapores el mar de la esperanza

    que inventa otra vez

        un cielo de color azul...


¡Oh    voracidades vanas digieren los seres!

¡Espejismos!

Nada más que espejismos.


Cae el filo mortífero del rayo...

¡Y ya fue!... su camino de humos y fragores...


...y ya fueron los huesos y el alma.

Sólo el barro palpita ahora

    sobre la sangrante piel de la Tierra.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Luz y sombra, sombra y luz


Esa tenue luz... y sombra

La vida...
Solo una sombra contigua a la Tierra.

...Un hombre grueso y torpe
de traje oscuro/
camina ahí delante/
de pronto desaparece.

¡Una vibración que sacude al Universo!
    luego la quietud infinita.

Una esperanza fue... nacida desfalleciente/
Persistió    solo hasta morir.

Afán de la vanidad/
Crueldad de amar la ilusión/
Resistencia que jamás perdurará.


                                              II
                    Esa tenue sombra...  y luz

Un espíritu/
Una luz inserta en la sombra corpórea.

Pequeñez que brilla
    enfrentando al Sol/
De pronto la oscuridad.

Minúsculo punto en el infinito/
Un breve recuerdo.

Suele ser pasión sin conciencia
    hiriente y cruel.
Suele ser hoguera difundiendo chispas/
    para fundar nuevas estrellas.

En el corazón/
    el sueño eterno del Paraíso.
Horizonte de ilusiones alimentando el alma.

Trascendencia.
Puedes marcar
    en la columna vertebral de los siglos
        la definitiva fuerza de lo pequeño.

Autor: Juan C. L. Rojas

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.