domingo, 27 de diciembre de 2009

Desde el cartón

Puede
que hoy nazca
    desde el cartón desechado
        la hoguera de la vergüenza.
Leño encendido en los corazones/
Manojo apretujado
    que acopian las penumbras.

¿Nacerá también 
    algún día
        la dignidad de sentir lo hermano?

¿Nacerá la compasión
    a lo próximo y desesperado...
y en algún rincón de la conciencia
    una chispa casual de amor?

Laxos están los músculos
    desgarrados/
        para mitigar
el galope impaciente del hambre.

Niñez desguarnecida.
Adolescencia resignada a lo casual/
a la ingratitud de la fortuna/
al arrojo sobrante del mendrugo.

Ojalá nazca desde el cartón
    la dignidad
y al menos por una vez
    el sudor del poderoso.   

Autor: Juan C. L. Rojas  

viernes, 18 de diciembre de 2009

Ya no cantan

Salvajemente/
ametralla el sol
    la plaza de las miserias
donde el ego mancomunado
    evapora los desperdicios/
último puerto
    de la indigencia desesperada.

Una vez más     despierta
    bajo la punta aguda del dolor
esta historia vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pán.

La idea genial del gobernante
    es quemar las migajas para tapar la vergüenza/
la vergüenza por el hambre decretado.

Ya no cantan/
los jilgueros lloran/
    a las raíces cementadas de la flor.

Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre las heridas de la discordia.
Los ético de la estética
    /son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.

Y lloran los jilgueros/
ya no cantan
en las calles de las miserias.    

Autor: Juan C. L. Rojas     





domingo, 6 de diciembre de 2009

Ya no cantan

Salvajemente 
    ametralla el sol
        la plaza de las miserias/
    donde el ego mancomunado
        evapora los desperdicios
    último puerto
        de la indigencia desesperada.

Una vez más despierta
    bajo la punta aguda del dolor
esta historia
    vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pan.

La idea genial del gobernante
    es quemar las migajas
        para tapar la vergüenza/
    la vergüenza por el hambre decretado.

Ya no cantan/
Los jilgueros lloran/
    a las raíces cementadas de la flor.

Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre
    las heridas de la discordia.
Los estético de la estética
    /son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.

Y lloran los jilgueros/
Ya no cantan
    en la calle de las miserias. 

Autor: Juan C. L. Rojas






 

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Semilla de voces


Es hora de aumentar el fragor
   de la voz endurecida del poeta.
¡Que resuene amartillada 
   la sierra oscilante de su timbre!
¡Que sacuda sin piedad
   las paredes esclerosadas
     de las arterias del tiempo!

Es hora de romper esta alienación/
   que más hunde 
      los estratos sufridos del alma.
Es hora de soltar las riendas 
   a la audacia del espíritu/
      toro maneado
         a las cuerdas invisibles de la ignorancia/
   la otra ignorancia profunda
      que obstruye
   el olfato del entendimiento.

¡Palpita intensamente
   el pecho desesperado de los ojos!
Los ojos que ven 
   el paso ciego de la historia.
Historia que cuaja marchita
   en el corazón de los hombres.

Debería     hoy mismo
   descarnar estas sensaciones
      ablandando
         las pértigas arrumbadas del vocablo.
   Debería soplar    el perezoso sopor
      sobre la opaca luz del pensamiento.

No es poeta
   el portavoz de sólo bellos versos.
Es poeta quien inclina 
   la campana sonante de la tierra.
Es la voz que nace de las voces silenciosas.
Es la pluma que discurre de los gritos ya cansados.
Es el verbo que agiganta los senderos
   escapando de prisiones preceptivas.                                                                                 
¡Deben hacer oír    poetas
   personales campanarios!
¡Señalar con vuestros faros
   las borrascas en el mar!
No es vuestra función
   ornamentar    el oro de las letras
ni la conciencia de literatos
   ni la melodía altisonante
      de panfletos coloridos.

Lanzo de nuevo esta voz
como de álguien perdido bajo escabeles.
Acaso pueda
   revenir la luz de las semillas
      que laten aún
   alrededor de este quieto
      mojón del tiempo.

Autor: Juan C. L. Rojas
  

domingo, 29 de noviembre de 2009

Torrentes

Se gesta lo oscuro
    cuando es la necedad la que se sienta
        en las butacas del congreso/
cuando    sin dar las reglas exigen el juego.

Suelen venir con atuendo sutil/
    las letras pomposas de la ley/
paliando con engaños
    la supervivencia del necesitado.

De esta matriz surge
    la infancia que desvive en las calles.
La niñez ingenua de bondades rotas
    bajo el mezquino sol de la injusticia.
En la visión borrosa del horizonte cuelgan/
    delineados ante sus rostros
        los mendrugos    los andrajos.

Torrente oscuro de miserias amontonadas/
Esparcidas en el rebusque...
    ¡Y qué lejos nuestros ojos!...

Torrente que satura el vicio
    en la costumbre de la tristeza.
Torrente de lágrimas quietas
    calladas en los cuencos duros.
¿Cuántas veces    entre sábanas perforadas
    apareció el juego de las manos frías?

Ahí arriba    también
    irónico flamea lo celeste.
Arriba/
    suenan las campanas del champán.
Y más arriba    en el camino    retumbará/
    la pesadilla violenta de estos sueños/
        y tal vez
            ya no haya más qué perder...
                 ¡O acaso sí!...
            La ceguera de los corruptos.

Es triste el piquete abierto
    en el alma de la desesperación.
¡Indigna la verguenza ociosa de la desidia!
A veces
    (así como la piedra)
         se ruboriza el poder/
Y le urge entonces mantener el orden.
Tapar "iniquidades" bajo alfombras represivas.

¡Aterroriza    amigos míos
    pasar por el recuerdo y el recuento de la historia!
Por eso levanto un puñal misericordiosos
    para punzar la vista engordada de lo injusto/
        la opulencia de la avaricia.
¡Pudiese acaso algún día
    despertar su sangre apática!
¡Sacudir este orbe oscuro
    que no quiere ver
las corrientes "silenciosas" del dolor!

Autor: Juan C. L. Rojas





domingo, 15 de noviembre de 2009

Raíz del mal



                                               Excusa de post edición:
                                                               Los poemas del libro, "Sobre la piel de la Tierra"
                                                          (como el presente), nacen en el contexto de la
                                             "Era Bush", invasión a Irák, etc. Quizás por ello
                                              la indignada inspiración panfletaria y realista  por
                                                              la que se me puede acusar.   
                                                                                                         J. C. L. R.     



He aquí la imagen
    de ciertos hombres.

Cabezas trapezoidales/
En ellos no cabe
    ni un gramo de túmulo gris
        donde construír una historia
            digna de la vida.

Por las paredes de esa habitación
que suelen llamar cerebro
suben apenas caracoles oscuros.
Inútiles ninfas anidan
    detestando el hábitat.

Estos triángulos/
estos vértices    milimétricos
asoman desde el suelo
    su condición de impíos execrables.

En su increíble bajeza espiritual
ostentan ser dueños
    y señores de la Tierra.
suelen seguirles una corte
    de innumerables secuaces
sin más posesión
    que sus extremidades inferiores
suficientes para pisar las uvas
    en el lagar de la maldad.

Es con esta clase de hombres
    que aún el mundo 
        cocina sus guisados/
difundiendo    violenta    indigestión.

¿Por qué están allí estos señores
    con sus cetros medievales?
¿Quién los coronó
    para la empresa
        donde se creen
            encumbrados por los dioses?

Es muy simple la razón/
Hay muchos indolentes
    que los aplauden
        para luego arrepentirse...
O para llorar    mas bien
    como     cocodrilos?

En realidad
es geometría bien definida
    el escabel del drama humano.
Es el egoísmo 
    la raíz venenosa del árbol.

Cuando elige/
Todavía piensa en sí el Hombre...
¡Cree pensar en sí mismo!/
No en el otro/
mucho menos en el Todo.

El egoísmo/
He ahí la raíz del mal. 

Autor: Juan C. L. Rojas 

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Irracional

Se abalanza sobre el mundo
    las palabras que saquean el alma/
Ruidos detestables
    quiebran cantos de alondras/
Tormentas
    que ahogan en sus voces fétidas
        la celeste libertad de las gaviotas.

Poderosos silbidos de escombros hiende el aire/
Ametralla el espacio/
    la fanática verborrea de la sinrazón.

Ella suele danzar su dolor de resentida
    en un baño de fango.

Irracional delirio late en el Hombre
    y explota en hongos purulentos su dañino afán.
No se detiene a reflexionar
    la posibilidad cierta de su inherente locura.
Las bombas ignoran las flores/
    y cubren los campos con ciego poder
        su polvorienta espuma.

¡No conocen los cielos
    otro ser más irracional  que el Hombre!

Revientan una vez más
    las viejas heridas que no saben
        cuál es el proyectil o cuál la venganza.

Es cierto/
    ¡El Sol se levantará tras este derrumbe!...
¡No sé si lo humano
    para bendecir la aurora!

Autor: Juan C. L. Rojas 

domingo, 1 de noviembre de 2009

A espaldas del Hombre




Miseria del espíritu/
La peor de las miserias.
Suele descubrir al Hombre
    merodeando el palacio desnudo
        de lo absurdo.

El se hamaca/    visceral/
   desde el cuenco oscuro del silencio
      al estrépito vacío del descaro.
Construye mundos cimentando soledades.

Asiste inmutable a un concierto de fechorías
   de prolija afinación.
Mientras tanto...
   hilvanes    sólo hilvanes
      la confección de su justicia.
Por allí    ¡Inimputable!
una estirpe de bestias innominadas
   pasean su arrogancia bajo la luz.

Es posible sin embargo un nuevo corazón...
   ¡Y no este!...
      donde ha estallado del espíritu
         su derrotada munición de límpidos cristales.
¡Errantes los pájaros del sueño volaron al olvido!
Entonces/
   en su ingenuidad el Hombre se descubre
      un niño vestido de pelambre.

¡Desamparado, despierta!...

Silencio.

¡Sólo algunos parecieran tener
   raciocinio y conciencia del todo!
Pocos    el rayo cósmico de la imaginación...
   atleta que sortea los senderos sin destinos.

Algunos comprenden que el amor
   su placer    su dicha
      construye el tiempo sin edad de la vida/
que el dolor de su ausencia hiere al infinito/
que la centella inasible como el viento
   se aplaca en la sangre de la ternura.

¡Miseria del espíritu
   la peor de las miserias!
A espaldas aún/
   de la mirada inquieta y pueril del Hombre.

Autor: Juan C. L. Rojas




lunes, 26 de octubre de 2009

Extravío

Husmeo en la historia.
Humanidad       Vientos perdidos.
El cortejo real de la miseria.
La mutilación de la carne y del espíritu.

El Hombre es rey extraviado de su reino.

Musas de los tiempos colgadas en el aire
    tirada de conceptos y de formas sin sustancia.
¡Tan baja su estatura
    que jamás alcanzarían a las estrellas!...
¡Los hombres caen
    al mar de su arrogancia!

Un poco más de construír
    es la oración del justo.
Romper/    es la consigna
    en aras de fetiches y blasones
        de corruptelas y patriotelas.

Fieles a la idiotez
    sucumben en las rompientes
        los astros del polvo.

No recuerda el Hombre
cuándo ha nacido su estúpida razón
    de alzar la espada/
de levantar la frente dañina y altanera.

La libertad se arrastra enredada de pañales.
Cautivo el Hombre en su prisión.
Su más grande prisión/
Su propia mente.
El aposento más útil a sus cadenas.

Desde su ego crea fronteras para sí/
Para su ego.
Luego
en su limitación 
llora frustrado
...y perdido.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas



sábado, 24 de octubre de 2009

Aprendiendo la ternura

Camelias

desesperadas de amor

coquetean en el campo macilento.

Acertijos de lunas

danzan

/entre cielos/

/entre nubes/

Hay misterios

en los ojos tristes

del andante.

Cargamento duro.

Piedras y cristales

lleva el alma.

Calidez de sol

abierto en otoño

ofrece el pecho

cuando aprende la ternura.

 Autor: Juan C. L. Rojas

viernes, 23 de octubre de 2009

Conjuro de luz





Avanza lenta...
Avanza esta cuña de sol
    que alumbra cielos.
Y esta cósmica soledad
perdura/
batiéndose/
con molinos invisibles.


Soltando lastres    va
    el buque en el mar.
Avido de orillas nuevas
    de horizontes desconocidos.
¿Es pozo gravitacional su destino...
    lunar paneo de espejismos?


Marcando mojones de astros/
    vuelas/ golondrina.
Anhelante de espacios
    de sueños estivales/

¡Oh, conjuro de luz!

¡Allí va el sueño!
Faca viajera de rayo y carne.
¡Oh, lenta centella
    de humus vivo!

¡Oh, meteoro errante
    florecerás de estelas!

¡Escolta!
¡Rosa lumbre!
Boreal aurora.


Autor: Juan C. L. Rojas


miércoles, 14 de octubre de 2009

Siembra sobre el papel

Me detengo en las palabras/
    ¡estas pobres palabras!/
Ladrillos rudimetarios del sentimiento
    que cayeron en mis manos
        de inexperto albañil de la expresión.

Ah, si pudiera ser poeta de elocuente sabiduría
    para describir la tristeza de aquellos ojos/
Las semblanzas del hambre
    y la impotencia que emerge
        de la sed de justicia.

Que rebelde lluvia fuera la tinta
    para salpicar con su voz
        los pétreos rostros
            de indiferencias y soberbias.

Ah, si pudiera mi corazón/ mi pluma/
    mezclar en el crisol nuevas alquimias
        para develar el mezquino
            misterio de los trigales.

¿No bastan acaso para el fuego
    esas miradas de ruegos y desesperanzas?
¿No bastan para la indignación
    los otros ojos engordados
        del desinterés y la desidia?...

Porque no es poco/
    me basta para el dolor
        las calles oprobiosas de mi patria.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

Abundancia


Las palabras suelen ser semillas
    que del corazón emergen/
Verdores que promueven edenes
    de valles ensoñados.
Simiente son/ de ríos/
buscando en su cauce destino de mar.

El sembrador es poderoso pintor de nubes.
Aguila de las cumbres
sabedor de soledades.
Suele estar hundido su silencio
    en la sed del corazón.

Su corazón es pozo de cristal
    que la lengua del sol husmea.
Pudiese acaso
(¡Quien sabe!)
cambiar la luz mezquina del mundo.

Los ojos de la noche destilan/
    el rocío de su llanto.
¡Pero no es verdad
    que fueron vencidas
        las flores en el desierto!

Palpitan aún las palabras...
Porque de la abundancia del corazón
    habla la boca.

Ator: Juan Carlos Luis Rojas

Con los pies heridos

Debo bendecir/
    esta crítica aurora nueva
        de truenos y relámpagos.

Debo bendecir los anhelos/
    porque le dan alas a estos pasos
para que dancen/
    más allá/
sobre las empuñaduras salientes
    de estos riscos.

Debo bendecir/
    esta molienda de montañas
        para asegurar llanuras y vergeles.

Sin embargo puede ser...
¡Sí!... ¡Pudiera ser!
    que despilfarre en vano
        la benevolencia abnegada
            de esta esperanza.

Intento romper el bloqueo
    a las señales que vuelan
        frente a la nariz insensible del aire.

Intento abrir
    las mentes que caen
        ante el polvo oscuro del ego.

Expongo en el borroneo de mis versos
    la mansedumbre del humus
        que despierta a la semilla.

En un rincón está/
arrojado como al descuido
    el mantel de la armonía
mientras    en los valles
ronda esquivo de los hombres
    el unicornio.

...Y yo aquí/
con este destino
    de piel y silencio.

No quiero
sólo soñar un viento hermoso
    barriendo esta molicie
        aferrada en multitudes.

Con los pies heridos caminan los sueños/
con los hombros fatigados avanza el amor/
    dejando altares
        de tímidos fantasmas.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

Poeta de nubes


Pájaros titilantes
    golpean el cristal de mi ventana/
me invitan al abrazo tibio de su vuelo...
y yo me entumezco en el pudor.

Las consignas de la libertad aguardo
     en la satrapía del escrúpulo/
águila perdida en el profundo arcón del miedo.

En cumbres inaccecibles anidas ave misteriosa/
poeta de nubes y horizontes/
señor incomprendido de distancia y firmamento.

Prejuicios de dioses y cavernícolas pululan en los valles/
del mal se ríen sus sombras con la boca de otro mal.

La piedad del viento
    romperá las telarañas que aprisionan estas alas/
¿Se enfriará tal vez esta pasión
    que desuela en los torrentes escarlatas?

Ya está marchito el sueño
    de amamantar la vida 
        con la nutriente cuerda del amor.

Ya están marchitas las hojas
    que calentaron las espinas del odio
y aún se yergue mi voz
     /aunque aturdida/
en este paisaje de alaridos y estruendos
    para enarbolar acaso
mi esqueleto de espíritu trashumante/
    anhelando nuevos brotes de retoños y verdores.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

martes, 6 de octubre de 2009

La página de agradecimiento del libro



¿Agradecimiento?...







Convencionalmente, en un libro, creo que a esta altura de páginas, suelen ubicarse las palabras de agradecimientos...

¿Agradecimientos? ¿Qué agradecimiento?

No, no me malentiendas, no soy una persona desagradecida; pero, respetando la temática de este libro, ¿qué es lo que puedo agradecer cuando queda tanto por hacerse aún?

Me tomo el atrevimiento de usar una frase de alguien que dijo: "El que no está conmigo, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama" Mateo 12:30.

Parecen palabras fundamentalista ¿verdad? Fácilmente podría admitirse esto, si se es ignorante del contexto.

Por los resultados negativos en el mundo, es evidente que fueron más los que desparramaron que los que recogieron. La irresponsabilidad del hombre lo tergiversó todo. La bondad de la obra quedó inconclusa.

Hay asuntos importantes que no aceptan tibias participaciones.

Mi agradecimiento genuino y mi admiración, es para aquellos que hacen algo por el mejoramiento de la condición de "ser" humano. Aquellos que contribuyen con inteligente discernimiento a favor de la armonía y la justicia.

Los que están cerca de mí, "cerca" en el sentido más completo del vocablo, y se merecen gratitud, ellos entenderán, y ya sabrán si deben sentirse aludidos. Ellos no requerirán más, que este tácito agradecimiento.

Pero, desde ya, sí, debo incluir un profundo agradecimiento por tu paciencia y entrega en la lectura de este libro, como así también por tus comentarios o reseñas.

Espero que estas páginas sean de tu agrado.
J. C. L. R.

viernes, 30 de enero de 2009

¿Cómo nace un escritor, y cuándo?

La pregunta del título se refiere en especial, a la esencia del escritor, no al acto en sí de la escritura . Por lo tanto, no es motivo de consideración aquí, a lo que fuera falsa consumación, por el simple hecho de escribir; sino que me refiero, ajustadamente, a la conjunción de varias características, generales y particulares, que hacen a un ente complejo, al ser él, continente de ese concepto, un generador de obras determinadas obras escritas; material creado, que habrá de tener cualidades afines al arte de escribir.

Desde ya, entonces, siguiendo este lineamiento, no haría a un escritor el simple hecho de escribir. Muchos escriben (escribimos), pero no encajan (encajamos), en las características conceptuales que aquí pretendo tratar.

Una de las condiciones: La ductilidad del "material" como sujeto creador; ser total y sensible, Objeto y sujeto relumbrándose entre sí, para alumbrar la obra creada.
¿Tiene un determinado sujeto, el temperamento más apropiado para dicha actividad? ¿Tiene (no necesariamente en la estructura formal de la educación) tendencia hacia lo intelectual? ¿Tiene paciencia y perseverancia? ¿Es pasional en la paradoja de su acto reflexivo,... racional e imaginativo a la vez? Ironizando: ¿Tiene "madera", o es de madera?


Bueno, las cosas se pueden mejorar, aprender. Sin embargo, no tanto. Existe lo que se llama: la "semilla" o el "germen vocacional". Esto no se manifiesta de manera evidente, pero está por ahí, en el espíritu, quizás desde temprana edad. Esa vocación puede desenvolverse con curiosidad intensa, como una de sus manifestaciones. Curiosidad oculta o quizás inquisidora. Un niño pude mostrarse reflexivo, o dispuesto a las preguntas relevantes; interesarse por lo desconocido y también por lo que hace a las relaciones humanas. En cierto modo tener un hábito cuestionador, que apunta a buscar fundamentos, especialmente cuando aún no entró en el estadio donde ya es reconocida la incertidumbre y la ambiguedad como parte de la vida. Cuando aún no llego a discernir los diversos parámetros de la relatividad.

El inquisidor se manifiesta abiertamente a los demás, es dispuesto a las relaciones; en cambio el que oculta su curiosidad investiga por sí solo.
Quien se maneja más internamente, es profundo, pensador, reflexivo. Llegada la ocasión, estas cualidades darán particulares características al conjunto de su obra. Incluso influirán en la preferencia del género y los niveles de intensidad o de profundidad.


Cuando el ser, como ente pensante, y con estas condiciones en su espíritu e intelecto, llega a tomar conciencia que vivimos en un mundo semejante a un libro descompaginado, es allí donde, desde la plataforma de su mente, intentará buscar el ordenamiento de esas páginas, según su percepción.

Se dará cuenta que el trabajo es árduo y puede que lo crea imposible de lograrlo (lo cual no estará muy errado). Quizás concluya que tal empresa estará llena de incertidumbres. Puede darse cuenta además, que ese libro, no sólo está descompaginado, sino que también le faltan páginas de transición. Ve entonces la necesidad de reescribir y reordenar el pensamiento formal; cuestionar los sistemas, apoyar partes, rechazar otras.

La intensidad de ese anhelo de reconstruír lo empujará a ser partícipe, de alguna manera, en la corrección o reescritura de algunas de esas páginas, creándose así, un habitante no estático, no pasivo, en contribución a este, nuestro hogar, que es la Tierra. Se convierte en un ser proactivo hacia el Hombre mismo.

Según lo que haya incorporado en su crecimiento, su desarrollo de espíritu como potencial escritor, administrará una tendencia que se corresponderá en menor o mayor grado con lo que tendrá que ver de alguna manera con la justicia, y en la construcción de un nuevo humanismo. Es eso, lo atinente a todo artista.

Es aquí donde puede concatenarse con la fuerza del anhelo, la necesidad de transmitir las ideas o los sentimientos para plasmarse en el escrito, y en el género que apetezca a la formación de ese temperamento y ese intelecto.
Es una pulsión que en un momento estalla. Lo impele, lo impulsa a empezar a caminar gradualmente en la trama particular de su obra.

Es válido que esta apetencia pueda nacer con una necesidad de catarsis, debido al ideal inherente, pero producida por la presión externa, directamente proporcional a su sensibilidad. Es en este punto donde puede generarse un sentido de misión, que, dependiendo de su temperamento, será variable en su intensidad pasional.

Quizás, por cierto pudor, el escritor no se esclarecerá. Puede que ya en su adultez, la carga implícita de ser, haga un "clic"; quizás por algún sacudimiento profundo en su espíritu; es en la niñez, sin embargo, donde se habrá encendido la llama de la comunicación e interacción dialéctica con el mundo; bastaría conocer las circunstancias que han conformado sus vivencias para tener una idea de su gestación. Quizás se podría prever, hasta cierto grado, hacia dónde apuntará.

Hay entonces, en mi opinión, algunos pilares básicos en donde se apoyará la plataforma de ser escritor.

Actividad del pensamiento y creación de la voluntad. (Consideración reflexiva de la realidad; adquisición de las herramientas intelectuales, formales o de autodidacta; recursos que armarán su banco mental de trabajo). 

Temperamento. (Que lo llevará a "inmiscuirse" en su entorno, con el imperativo de influír para modificar la realidad).

- Concreción de su obra. (Esto dependerá de sus circunstancias, esfuerzos, disciplina y especialmente la intensidad de sus anhelos, lo que está acrisolándose en el cantón de las ideas y los sentimientos).

Además del esfuerzo, la inspiración, es ese "aire", energizante, misterioso y divino, el que nos empuja (en diversos temas de la existencia), a llevar oxígeno por las arterias multifilares que están ramificadas en la vida. Objetivo que coadyuvaría al arte verdadero.
                                                              
Autor: Juan C.L. Rojas

domingo, 4 de enero de 2009

Músico autodidacta, arte de naturaleza e instinto. Efrén Echeverría. (Kambaí). Solista difícil de imitar.

Un pieza onomatopéyica: "El cacarear de la gallina".("Ryguasu kokore", en guaraní)











Polca de Fernando Rivarola
Aquí la letra:



FLORIPAMI

En tu rosada y fresca sonrisa
un apacible ko'ëmbota,                      (amanecer)
Floripamí
y son tus labios y tus mejillas
un rozagante clavel pytä.                   (rojo)                    

Floripamí.

….. Tu faz sedeña, Florinda mía
….. cual misterioso, triste yasy         (luna)
….. tus ojos negros, hipnotizantes
….. tienen fulgores del cuarajhy.       (sol)

Yo te amo tanto, bien de mi vida
mi inolvidable tupäsymí                       (Virgencita)
Floripamí
Ven a mis brazos, sé compasiva
que ya no puedo vivir sin ti
Floripamí.

….. Sin ti, mi vida, todo es tristeza
….. eyúna ápe che consola
….. me estoy muriendo ven, cariñosa
….. chénteco Lucy ndéve guarä                    (sólo yo soy para vos)
….. Recuerda niña, al pobre ausente
….. de este bohemio nde rayjhujha               (que te quiere)
….. Floripamí.




Que te ha, dejado todo lloroso
en un temprano ko’ëmbota               (amanecer)
Floripamí.

….. Adiós, Florinda lejana mía
….. pálida rosa, triste yvoty                (flor)
….. ay, ya no puedo, bien de mi vida
….. porque osyrýma che resay.           (corren mis lágrimas)

                                                                      
                            

Gira por América

En busca de hermandad

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