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sábado, 14 de noviembre de 2015

Simple

No es/

   ni fortuita
      ni gratis
   la defección que siembra la indolencia del espíritu.
Tarde o temprano
   brotará la semilla de su mal.

Es porque no piensa con el corazón
   que el mundo cae en el raciocinio de su muerte.
Su necia picardía
   guarda el escrúpulo en los cofres del cinismo.

Todavía desierto de amor/
   fustiga sangre el andar de los hombres.
Se creen sabios/
y enseñan malabares a robots
   en el campo sideral de atónitas estrellas...
pero sus almas no saben volar.

Pareciera vano    finalmente
   el hechizo que nos brinda
      la floresta colorida en el desierto.

Es así/ que revuelto en penurias combativas
   danza este follaje amarillento/
de quien fue quitando verdores
   el hollín y la flama
      del ardiente vivir.

¡Pero es simple el remedio, sin embargo!...
¡Simple!
Como una gramilla extendida
   sobre la piel de la tierra.

Es sólo saber sentir/
   para comprender a las voces
      que suenan en estos ojos.

De toda esta...
   crudeza de la desidia
      me desahogo a veces mirando a los nidales/
   Donde los picos besan
      al amor
         vestido de plumones...
y veo a la lluvia/
   generosa/
      alimentando a la semilla.

También te miro/
y aunque nos crean en el altar de la locura
   deja que sea inseminada de estrellas
      la cuenca florecida de tu cuerpo.
Embriaga tu corazón de sentimientos/
   para que estalle
      en cada poro de tu piel/
para dulcificar    simplemente
    /como lo hacen tus ojos/
este ácimo pan
   que nos toca vivir.

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

viernes, 4 de abril de 2014

Paradojal


Un estilete sanguinario retoma el blanco
    centrado en el corazón donde la llama resiste.
Y el salitre florece en las grietas cansadas.

Asustan los abismos de ecos que se mecen/
    aquí dentro/
        en las cavernas cristalizadas del cuerpo.
Sombras aletargadas.
¿Fortalezas invencibles acaso?
Regimiento oscuro 
    que presenta sus armas
        en este incierto batallar.

Río revuelto
    de inmemoriales y opacas turbulencias
        es mi tierra desangrada.
Y es por alzar banderas
    que suelen enemistarse los hombres.

Son golpes de espumas 
    lo que truena
         en las costas sedientas.
Es antinatural lo que coarta al alma.

Paradojal esta conjunción de brazos
    que luchan/
desde la naciente misma 
    de la semilla.
Paradojal el coloreo microcósmico
    de la fruta madurada.
Paradojal el diseño de arabescos
    sobre andamiajes y cornisas.
Paradojal mi canto/
    que pretende
        (ya en las postrimerías)
            estos vagos himnos de esperanza.

Una vez más
    son pétalos adormecidos en el temor
        los lazos rotos de las manos/
mientras el camino
    suele ser... ¡larga siembra de llagas!

No son los médicos 
    quienes curan el corazón
sino la mirada amorosa
    de los ojos que se acercan.
¡Qué duro es convencer
    a los ángeles malditos
        de la alegría!

Te repito una vez más/
¡Que no te confundan mis ojos!
    si juegan/
en la luz de sus sombras.

AUTOR: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 15 de noviembre de 2009

Raíz del mal



                                               Excusa de post edición:
                                                               Los poemas del libro, "Sobre la piel de la Tierra"
                                                          (como el presente), nacen en el contexto de la
                                             "Era Bush", invasión a Irák, etc. Quizás por ello
                                              la indignada inspiración panfletaria y realista  por
                                                              la que se me puede acusar.   
                                                                                                         J. C. L. R.     



He aquí la imagen
    de ciertos hombres.

Cabezas trapezoidales/
En ellos no cabe
    ni un gramo de túmulo gris
        donde construír una historia
            digna de la vida.

Por las paredes de esa habitación
que suelen llamar cerebro
suben apenas caracoles oscuros.
Inútiles ninfas anidan
    detestando el hábitat.

Estos triángulos/
estos vértices    milimétricos
asoman desde el suelo
    su condición de impíos execrables.

En su increíble bajeza espiritual
ostentan ser dueños
    y señores de la Tierra.
suelen seguirles una corte
    de innumerables secuaces
sin más posesión
    que sus extremidades inferiores
suficientes para pisar las uvas
    en el lagar de la maldad.

Es con esta clase de hombres
    que aún el mundo 
        cocina sus guisados/
difundiendo    violenta    indigestión.

¿Por qué están allí estos señores
    con sus cetros medievales?
¿Quién los coronó
    para la empresa
        donde se creen
            encumbrados por los dioses?

Es muy simple la razón/
Hay muchos indolentes
    que los aplauden
        para luego arrepentirse...
O para llorar    mas bien
    como     cocodrilos?

En realidad
es geometría bien definida
    el escabel del drama humano.
Es el egoísmo 
    la raíz venenosa del árbol.

Cuando elige/
Todavía piensa en sí el Hombre...
¡Cree pensar en sí mismo!/
No en el otro/
mucho menos en el Todo.

El egoísmo/
He ahí la raíz del mal. 

Autor: Juan C. L. Rojas 

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.