domingo, 27 de diciembre de 2009

Desde el cartón

Puede
que hoy nazca
    desde el cartón desechado
        la hoguera de la vergüenza.
Leño encendido en los corazones/
Manojo apretujado
    que acopian las penumbras.

¿Nacerá también 
    algún día
        la dignidad de sentir lo hermano?

¿Nacerá la compasión
    a lo próximo y desesperado...
y en algún rincón de la conciencia
    una chispa casual de amor?

Laxos están los músculos
    desgarrados/
        para mitigar
el galope impaciente del hambre.

Niñez desguarnecida.
Adolescencia resignada a lo casual/
a la ingratitud de la fortuna/
al arrojo sobrante del mendrugo.

Ojalá nazca desde el cartón
    la dignidad
y al menos por una vez
    el sudor del poderoso.   

Autor: Juan C. L. Rojas  

viernes, 18 de diciembre de 2009

Ya no cantan

Salvajemente/
ametralla el sol
    la plaza de las miserias
donde el ego mancomunado
    evapora los desperdicios/
último puerto
    de la indigencia desesperada.

Una vez más     despierta
    bajo la punta aguda del dolor
esta historia vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pán.

La idea genial del gobernante
    es quemar las migajas para tapar la vergüenza/
la vergüenza por el hambre decretado.

Ya no cantan/
los jilgueros lloran/
    a las raíces cementadas de la flor.

Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre las heridas de la discordia.
Los ético de la estética
    /son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.

Y lloran los jilgueros/
ya no cantan
en las calles de las miserias.    

Autor: Juan C. L. Rojas     





domingo, 6 de diciembre de 2009

Ya no cantan

Salvajemente 
    ametralla el sol
        la plaza de las miserias/
    donde el ego mancomunado
        evapora los desperdicios
    último puerto
        de la indigencia desesperada.

Una vez más despierta
    bajo la punta aguda del dolor
esta historia
    vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pan.

La idea genial del gobernante
    es quemar las migajas
        para tapar la vergüenza/
    la vergüenza por el hambre decretado.

Ya no cantan/
Los jilgueros lloran/
    a las raíces cementadas de la flor.

Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre
    las heridas de la discordia.
Los estético de la estética
    /son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.

Y lloran los jilgueros/
Ya no cantan
    en la calle de las miserias. 

Autor: Juan C. L. Rojas






 

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Semilla de voces


Es hora de aumentar el fragor
   de la voz endurecida del poeta.
¡Que resuene amartillada 
   la sierra oscilante de su timbre!
¡Que sacuda sin piedad
   las paredes esclerosadas
     de las arterias del tiempo!

Es hora de romper esta alienación/
   que más hunde 
      los estratos sufridos del alma.
Es hora de soltar las riendas 
   a la audacia del espíritu/
      toro maneado
         a las cuerdas invisibles de la ignorancia/
   la otra ignorancia profunda
      que obstruye
   el olfato del entendimiento.

¡Palpita intensamente
   el pecho desesperado de los ojos!
Los ojos que ven 
   el paso ciego de la historia.
Historia que cuaja marchita
   en el corazón de los hombres.

Debería     hoy mismo
   descarnar estas sensaciones
      ablandando
         las pértigas arrumbadas del vocablo.
   Debería soplar    el perezoso sopor
      sobre la opaca luz del pensamiento.

No es poeta
   el portavoz de sólo bellos versos.
Es poeta quien inclina 
   la campana sonante de la tierra.
Es la voz que nace de las voces silenciosas.
Es la pluma que discurre de los gritos ya cansados.
Es el verbo que agiganta los senderos
   escapando de prisiones preceptivas.                                                                                 
¡Deben hacer oír    poetas
   personales campanarios!
¡Señalar con vuestros faros
   las borrascas en el mar!
No es vuestra función
   ornamentar    el oro de las letras
ni la conciencia de literatos
   ni la melodía altisonante
      de panfletos coloridos.

Lanzo de nuevo esta voz
como de álguien perdido bajo escabeles.
Acaso pueda
   revenir la luz de las semillas
      que laten aún
   alrededor de este quieto
      mojón del tiempo.

Autor: Juan C. L. Rojas
  

domingo, 29 de noviembre de 2009

Torrentes

Se gesta lo oscuro
    cuando es la necedad la que se sienta
        en las butacas del congreso/
cuando    sin dar las reglas exigen el juego.

Suelen venir con atuendo sutil/
    las letras pomposas de la ley/
paliando con engaños
    la supervivencia del necesitado.

De esta matriz surge
    la infancia que desvive en las calles.
La niñez ingenua de bondades rotas
    bajo el mezquino sol de la injusticia.
En la visión borrosa del horizonte cuelgan/
    delineados ante sus rostros
        los mendrugos    los andrajos.

Torrente oscuro de miserias amontonadas/
Esparcidas en el rebusque...
    ¡Y qué lejos nuestros ojos!...

Torrente que satura el vicio
    en la costumbre de la tristeza.
Torrente de lágrimas quietas
    calladas en los cuencos duros.
¿Cuántas veces    entre sábanas perforadas
    apareció el juego de las manos frías?

Ahí arriba    también
    irónico flamea lo celeste.
Arriba/
    suenan las campanas del champán.
Y más arriba    en el camino    retumbará/
    la pesadilla violenta de estos sueños/
        y tal vez
            ya no haya más qué perder...
                 ¡O acaso sí!...
            La ceguera de los corruptos.

Es triste el piquete abierto
    en el alma de la desesperación.
¡Indigna la verguenza ociosa de la desidia!
A veces
    (así como la piedra)
         se ruboriza el poder/
Y le urge entonces mantener el orden.
Tapar "iniquidades" bajo alfombras represivas.

¡Aterroriza    amigos míos
    pasar por el recuerdo y el recuento de la historia!
Por eso levanto un puñal misericordiosos
    para punzar la vista engordada de lo injusto/
        la opulencia de la avaricia.
¡Pudiese acaso algún día
    despertar su sangre apática!
¡Sacudir este orbe oscuro
    que no quiere ver
las corrientes "silenciosas" del dolor!

Autor: Juan C. L. Rojas





AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.