jueves, 14 de enero de 2010

Bajo trincheras

No son juncos
    los que se mueven en los secos cañadones/
No son ramas/
    ni flores marchitas agitándose.
Son los brazos
    son las manos
        de los hundidos en la tierra.

Liturgia de pañuelos blancos
    /batiendo/
        llora el aire.
...Y yo observo 
    bajo una fresca hoja de trébol
        ¡los surcos profundos
    de esas frentes cansadas!

Alambre oxidado se retuerce
    sobre cercas arbitrarias 
        de vacíos estamentos.
...¡Los iones de galvánica corriente
    atraviesan la oscura entraña del átomo!

Cada tanto se renueva en la historia
    infecunda languidez del espíritu/
y en los rediles...
    una misma cosa suelen ser
        pastores y lobos.

Los corazones fueron alguna vez
    santos continentes de sueños.

Hoy el Mar Muerto husmea impávido
    antiguos hedores y heridas abiertas.

Las banderas
costean la supervivencia con sangre derramada/
y la venganza florece de espurias semillas.

Vez tras vez
    regresan con fusiles
        los espinosos retoños.

Asustado/
bajo trincheras y fortalezas endebles
    continúa deambulando el Hombre. 

Autor: Juan C. L. Rojas 





lunes, 4 de enero de 2010

Auroras abnegadas

Levanto mi espíritu
    sobre estos hombros encorvados
que todavía sueñan batallas 
    en el ruidoso cristal de su escudo.

Duermen en el pecho    entretanto 
    las fuerzas dispuestas del amor.

Hay en la madrugada
    relámpagos de voces maduras/
y tras el rumor del río
    cantan los fogones
        el bravo dolor de los pueblos.

Navega en la bruma esta barcaza
    entre el rumor de la memoria.

Sobre las estrellas
    bogan los sueños.

Nombres inquietos llevo
    sobre bandejas celestes/
Augurios de simientes
    de flores/
        de luz.

¡Qué fuerte y oscura es la vida!

...Y de nuevo el empeño
    de auroras abnegadas. 

Autor: Juan Carlos Luis Rojas

domingo, 27 de diciembre de 2009

Desde el cartón

Puede
que hoy nazca
    desde el cartón desechado
        la hoguera de la vergüenza.
Leño encendido en los corazones/
Manojo apretujado
    que acopian las penumbras.

¿Nacerá también 
    algún día
        la dignidad de sentir lo hermano?

¿Nacerá la compasión
    a lo próximo y desesperado...
y en algún rincón de la conciencia
    una chispa casual de amor?

Laxos están los músculos
    desgarrados/
        para mitigar
el galope impaciente del hambre.

Niñez desguarnecida.
Adolescencia resignada a lo casual/
a la ingratitud de la fortuna/
al arrojo sobrante del mendrugo.

Ojalá nazca desde el cartón
    la dignidad
y al menos por una vez
    el sudor del poderoso.   

Autor: Juan C. L. Rojas  

viernes, 18 de diciembre de 2009

Ya no cantan

Salvajemente/
ametralla el sol
    la plaza de las miserias
donde el ego mancomunado
    evapora los desperdicios/
último puerto
    de la indigencia desesperada.

Una vez más     despierta
    bajo la punta aguda del dolor
esta historia vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pán.

La idea genial del gobernante
    es quemar las migajas para tapar la vergüenza/
la vergüenza por el hambre decretado.

Ya no cantan/
los jilgueros lloran/
    a las raíces cementadas de la flor.

Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre las heridas de la discordia.
Los ético de la estética
    /son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.

Y lloran los jilgueros/
ya no cantan
en las calles de las miserias.    

Autor: Juan C. L. Rojas     





domingo, 6 de diciembre de 2009

Ya no cantan

Salvajemente 
    ametralla el sol
        la plaza de las miserias/
    donde el ego mancomunado
        evapora los desperdicios
    último puerto
        de la indigencia desesperada.

Una vez más despierta
    bajo la punta aguda del dolor
esta historia
    vapuleada de ironías existenciales.
Carros con motores de alambres/
Alambres que atan el alma/
Carros que arrastran la carga vacía del pan.

La idea genial del gobernante
    es quemar las migajas
        para tapar la vergüenza/
    la vergüenza por el hambre decretado.

Ya no cantan/
Los jilgueros lloran/
    a las raíces cementadas de la flor.

Las agujas del reloj apuñalan/
Apuran la sangre
    las heridas de la discordia.
Los estético de la estética
    /son ciegos/
no ven la chorrera mugrienta de sus corazones.

Y lloran los jilgueros/
Ya no cantan
    en la calle de las miserias. 

Autor: Juan C. L. Rojas






 

AMIGOS, GRACIAS POR VUESTRA PARTICIPACIÓN.